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Monday, February 7, 2011

La Princesa Bonita y el Besucón.



La Princesa Bonita y el Besucón
Sarah Fox.

Cuento de hadas final
3 de febrero, 2011.


Había una vez una princesa muy bonita que vivía con sus padres, el rey y la reina, en un castillo hecho de pasteles. El castillo estaba hecho de pasteles para que la gente del reino pudiera comer algo dulce cuando quisiera y fuera feliz. No había puertas; si alguien quería entrar o salir, solamente tenía que comer un pastel y pasar por el espacio. Cuando alguien comía uno de los ladrillos dulces, la reina le ordenaba al cocinero que cocinara otro y rellenara las paredes del castillo con sus pasteles deliciosos. Las personas del reino amaban a sus reyes y vivían muy felices con su rey, su reina y la princesa bonita.
 Pero como la felicidad no dura para siempre, un día la reina se murió de una enfermedad horrible. El rey no quería que su hija creciera sin madre, y en menos de un año se casó con otra mujer—una mala bruja en secreto. A ella, no le gustaba que el rey y su esposa anterior hubieron gastado tanto la riqueza del reino en hacer tantos pasteles. Tampoco le gustaba que la gente pobre fuera feliz y no quería que ellos entraran a su castillo. Despidió al cocinero, y empezó a rellenar los espacios del castillo con ladrillos verdaderos de piedra, hasta que casi era imposible entrar o salir del castillo. Cuando la malvada nueva esposa vio lo que hizo, por fin usó su magia y hizo un hechizo en su esposo. Obligó que él saliera con ella por el único espacio restante que quedaba y cerró el castillo con un último ladrillo dejando atrapada a la princesa adentro.
Finalmente la bruja-esposa tuvo lo que quería: la atención del rey por ella única. Siempre había tenido celos de la princesa bonita y como el rey mimaba a su hija. Es más, temía que la princesa fuera más bonita que ella misma. Se dio cuenta cuando casi cerró el castillo completamente, que a lo mejor, la princesa era más inteligente también. Por eso, no dudó encerrar la princesa y dejarla sola para siempre.
Como los pasteles, que habían hecho feliz a la gente y habían sostenido el reino, hubieron desaparecido uno después del otro, mucha gente ya se había mudado a otro reino, o había muerto de tristeza. Sin embargo en el reino todavía quedaba una familia muy pobre que vivía en su casita del bosque sobreviviendo con los huevos de sus gallinas y la felicidad que les causaba a sus padres el hijo cada vez que sonreía. Cuando la malvada esposa y el rey pasaron corriendo por la casita, el hijo, ya grande y fuerte debido a la nutrición de los huevos, se dio cuenta de lo que había pasado. Salió de la casa, sin su sonrisa.
“¡ALTO!” le gritó a la malvada nueva esposa del rey.
“¡¿Me gritas a mí, chico pobre?!” le contestó mientras caminaba rápidamente hacia él.
“Sí, y usted puede correr del reino y nunca regresar. Veo que ha ruinado nuestro reino, sacando las pasteles y haciendo un hechizo en nuestro rey. ¡Ya basta! Me voy a liberar la princesa y nunca quiero ver su malvada cara en este reino después!”
“¿Me amenazas? Lo siento, chico andrajoso, pero no tienes el poder…especialmente ahora!” Y diciendo “ahora,” convirtió al valiente chico en una lagartija. “¡Ahora, no podrás ir a rescatar a la princesa, y nunca más serás feliz, porque no podrás enamorarte ni casarte!” Ella y su esposo encantado huyeron del reino y nunca mas se supo de ellos.
El hijo de la familia pobre corrió como lagartija hasta la casa de la buena bruja que vivía más cerca. Como las brujas podían hablar con los animales, el hijo-lagartija le explicó su situación.
“Lo siento, mijo, pero no puedo cambiarte en humano de nuevo. Pero, te puedo hacer otro hechizo para ayudarte. Si encuentras una princesa que te bese, cuando recibas el beso, te vas a transformar en hombre otra vez.” El hijo-lagartija estuvo de acuerdo, y la bruja le hizo el hechizo.
Como el chico sabía que en el castillo cerrado estaba la princesa, decidió llegar hasta él. Mientras caminaba con su caminado de lagartija, iba pensando en encontrar una solución para entrar y luego para lograr que la princesa lo besara. El reino era completamente desierto, y sentía muy solo pero no tenía miedo. Cuando llegó al castillo, corrió por todas partes de los muros buscando un hueco entre los ladrillos por él que su cuerpo pequeño de lagartija pudiera caber y entrar. Por fin, casi muerto de cansancio, encontró un hueco bastante grande, y lo entró. Buscó la princesa, y la vio en una cama, muriendo de tristeza y soledad sin sus padres y sus pasteles.
“Tengo que explicarle a ella mi situación” pensó. Pero las princesas no son brujas, y ella solamente podía escuchar los sonidos, como besos pequeños, en lugar de las palabras que le dijo. Los sonidos le recordaban a la princesa de los besos que su mamá, la reina, le había dado en su niñez. Ya era muy débil, y no podía abrir los ojos. Imaginó que era su mamá y se movió para besar la fuente de estos sonidos familiares. Se dio cuenta que los labios fueron muy raros, y abrió los ojos en tiempo para ver una lagartija transformando en un hombre hermoso. Con su sonrisa especial curó a la princesa de su tristeza, y con su fuerza especial obtenida de la nutrición de los huevos, hizo caer todos los muros del castillo. Escapó con la princesa y nunca perdió su deseo de besar. Ellos se casaron en la casita, y la princesa usaba los huevos para hacer pasteles y reconstruir un castillo hermoso y dulce. La gente del reino regresó para vivir con sus nuevos reyes amables. Ellos vivían felices en el reino, comiendo pasteles, para siempre.

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